lunes, 31 de agosto de 2009

EL CRISTIANISMO EN ROMA

LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO

En el Imperio Romano, durante el siglo III se vivía una crisis enorme, con guerras civiles constantes, invasiones de pueblos bárbaros, emperadores asesinados uno tras otro, y un pueblo que fue dejando de creer que ser romano era un privilegio, que perdió el orgullo de pertenecer a ese fantástico Imperio de Augusto, Trajano, Adriano y tantos otros hombres talentosos.

En el marco de esa crisis, también los Dioses fueron cayendo en desgracia, se fueron mezclando con ídolos orientales y otras religiones de pueblos vecinos, que en el marco de la total libertad de culto romana hacían crecer su influencia sobre un pueblo descreído.

Una de esas religiones, el cristianismo, iba aumentando poco a poco su caudal de seguidores, pero no sin sufrir de vez en cuando fuertes persecuciones, así como también edictos de los emperadores de turno que los obligaban a rendir culto a los paganos.

Cruz de procesión, siglo XI

El cristianismo no aceptaba otro Dios que no sea el suyo, por eso no pudo agregarse a las religiones romanas, ya que las excluía a todas, de la misma manera que lo hacía el judaísmo.

En 285 toma el poder Diocleciano, y allí se produce una de las más sangrientas persecuciones de la historia: el emperador pudo ver el peligro que representaba para el Imperio Romano tradicional la propagación de una religión tan distinta en su espíritu a las religiones clásicas.

Sin embargo, luego de la guerra civil que envolvió por muchos años a los tetrarcas, con las victorias de Constantino sobre Majencio, Maximiano y Licinio, el nuevo gobernante único de Roma se dio cuenta del poder que podría representar la nueva religión si se ponía de su lado, necesitado como estaba de asentar su gobierno con una sólida base.

Constantino no fue cristiano ni por un solo instante, y esto se deduce por sus acciones poco piadosas (venció a sus enemigos a sangre y fuego, ejecutando a quién le pudiera hacer sombra, como por ejemplo hizo con Licinio, y asesinó a su hijo y su esposa a sangre fría) y por el hecho de que si bien les dio a los cristianos libertad de culto (Edicto de Milán, 313), jamás prohibió un solo Dios pagano, ni persiguió a los que practicaban estos cultos.

Sin embargo sus intervenciones en el Concilio de Nicea, en 325, fueron de imponer la unidad de acción en el cristianismo, condenar la herejía del arrianismo, para que la religión fuera fuerte y unida, y oficializar el cristianismo que a partir de allí usaría toda la estructura del estado romano y acompañaría al emperador siempre en sus decisiones.

Constantino hizo del cristianismo un instrumento de poder en el cual se irían apoyando cada vez más los emperadores romanos, siguiendo su ejemplo.

Luego del breve paréntesis de Juliano el Apóstata (361-363), que restaurara el paganismo y persiguiera a los cristianos, pero por poco tiempo, ya que murió en campaña contra los persas, el cristianismo se verá aún más fortalecido que antes.

El 27 de Febrero de 380, el emperador Teodosio pronuncia un edicto que declara al cristianismo religión oficial del Imperio, con lo cual tenemos la verdadera fecha en la que se impone esta nueva religión.

Teodosio terminó de darle forma a esta inserción del cristianismo en Roma, dándole un poder enorme, ofreciéndole la estructura del estado a su servicio, y obteniendo el poder que le daba esta religión sobre su gente.

Cruz del siglo XII

Aquí termina de establecerse el cristianismo como religión oficial, apoyo del nuevo estado romano, que poco a poco iría evolucionando hasta alcanzar enorme influencia e importancia, que sería fundamental durante los mil años más de vida del Imperio Romano en oriente, o Imperio Bizantino.

Una de las costumbres que marcarán la importancia de la iglesia cristiana en el Imperio es la coronación del emperador por parte del patriarca, lo que da la tan buscada legitimidad, aunque el emperador sea un usurpador, siendo el primero en recibir dicha coronación León I, quién recibió la corona de manos del patriarca de Constantinopla en 457.

A pesar de ello, no se puede hablar de un rápido asentamiento de la religión cristiana en Roma, porque primero, no debían ser la mayoría cuando el gobierno de Constantino, y ni siquiera en el de Teodosio, ya que las decisiones que tomaron a favor de los obispos estos emperadores obedecían a factores de poder y no de popularidad, y no se puede negar que el paganismo subsistió al menos hasta 529, cuando Justiniano mandó cerrar la Escuela de Filosofía de Atenas.

Esta fue la forma, contada muy a grandes rasgos, en que el cristianismo se fue imponiendo en Roma hasta ser la religión oficial, pero luego tuvo que luchar contra las interminables herejías, arrianismo, nestorianismo, monofisismo, etc, que veían la doctrina de manera más simple que la complicada y protocolar ortodoxia, y que por ello se convertían en un peligro al ser aceptados fácilmente por las masas mas humildes, especialmente entre los campesinos y el ejército, y en las provincias de Siria y Egipto, triunfando la ortodoxia en las ciudades grandes, especialmente en Constantinopla, Tesalónica y las ciudades de Asia Menor, Trebizonda, Efeso, Mileto, Nicea, Nicomedia, etc.

Una vez superadas las primeras herejías, la herida provocada por el cisma monofisita no pudo ser cerrada nunca, siendo una de las causas de la pérdida de Siria, Palestina y Egipto a manos del Islam, que se ganó a la población poco a poco con su libertad de cultos.

Icono de Cristo Pantocrátor

La ortodoxia religiosa, representada por el patriarca de Constantinopla, con su intransigencia respecto a los aspectos doctrinales más sutiles, al mismo tiempo que se consolidaba en el nuevo Imperio también fue la causa de innumerables problemas con la Iglesia de Roma, que recorrió caminos distintos de la mano de Papa, con un poder en principio muy deteriorado por las invasiones bárbaras, pero que con los siglos fue creciendo y se transformó en una fuente de graves problemas para el Imperio Bizantino, con los cismas del siglo IX, en la época de Focio, y en el siglo XI, en la época de Miguel Cerulario, en 1054.

La pugna por el poder fue ganada por Roma con la victoria de los latinos de la cuarta cruzada (desviada por los venecianos a Constantinopla en 1204, y luego con la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, que redujeron a los ortodoxos enormemente, pero la ortodoxia siguió su camino hasta el día de hoy, y fue una influencia enorme para pueblos como Serbia, Bulgaria, Armenia, Rusia, y muchos otros.

El Crecimiento del cristianismo

La persecución esporádica de los cristianos por los romanos en los siglos primero y segundo no pudieron detener en absoluto el crecimiento del cristianismo. De hecho, sirvió para fortalecer el cristianismo como institución en los siglos tercero y cuarto, causa de que cambiara su débil estructura del primer siglo, y avanzara hacia una más centralizada organización de sus diversas comunidades eclesiales. Un elemento crucial para este cambio fue el visible papel de los obispos. Si bien eran aún elegidos por la comunidad, los obispos comenzaron a asumir mayor control, constituyéndose el obispo como jefe y los presbíteros como clérigos sujetos a la autoridad del obispo. Alrededor del siglo tercero los obispos eran nominados por los clérigos, simplemente aprobados por la congregación y luego oficialmente consagrados para el cargo. La iglesia cristiana iba creando una bien definida estructura jerárquica, en la que los obispos y los clérigos eran funcionarios asalariados, separados de los laicos, o miembros regulares de la iglesia.

El cristianismo creció poco a poco en el primer siglo, se arraigó en el segundo y se difundió ampliamente en el tercero. ¿Por qué fue el cristianismo capaz de atraer a tantos seguidores? Los historiadores no están del todo seguros, pero han ofrecido varias respuestas a esta pregunta. Ciertamente, el mensaje cristiano tuvo mucho que ofrecer al mundo romano. La promesa de la salvación, posible por la muerte y resurrección de Cristo, ejerció un inmenso atractivo en un mundo lleno de sufrimiento e injusticia. El cristianismo parecía imbuir la vida con un significado y un propósito que estaban más allá de las simples cosas materiales de la realidad cotidiana. En segundo lugar, el cristianismo no era del todo desconocido. Podía simplemente ser considerada como otra religión mistérica occidental que prometía la inmortalidad como efecto de la muerte sacrificial de un Dios salvador. Al mismo tiempo, brindaba ventajas de las que carecían otras religiones misteriosas. Cristo había sido un ser humano, y no una figura mitológica, como Isis o Mitra. Es más, el cristianismo tuvo un atractivo universal. A diferencia del mitraísmo, no era exclusiva para varones. Además, no exigía un rito de iniciación complejo o caro, como sucedía con otras religiones mistéricas. La iniciación culminaba simplemente con el bautismo —purificación por el agua—, mediante el cual se entraba en una relación personal con Cristo. Asimismo, el cristianismo dotó de un nuevo significado a la vida, y brindó lo que las religiones oficiales de Roma jamás pudieron: una relación personal con Dios, así como un eslabón con un mundo superior.

Por último, el cristianismo satisfizo la necesidad humana de pertenencia. Los cristianos integraron comunidades unidas unas con otras en las que las personas podían expresar su amor ayudándose mutuamente y ofreciendo auxilio a pobres, enfermos, viudas y huérfanos. El cristianismo satisfizo la necesidad de pertenencia en una forma en la que el enorme, impersonal y remoto Imperio Romano jamás pudo.

El cristianismo resultó atractivo para todas las clases. La promesa de la vida eterna se ofrecía a todos: ricos, pobres, aristócratas, esclavos, hombres y mujeres. Como Pablo enunció en su Epístola a los colosenses: “Deben revestirse del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto a imagen de su Creador, donde no existen el griego o el judío> el circunciso o el incircunciso, el bárbaro, el escita, el esclavo o el hombre libre, sino que Cristo es todo y está en todo”.23 Aunque no hizo un llamado a la revolución o a la revuelta social, el cristianismo puso énfasis en un sentido de igualdad espiritual para todos los pueblos.

Muchas mujeres se dieron cuenta de que el cristianismo ofrecía nuevas actividades y otras formas de compañía con otras mujeres. Las mujeres cristianas practicaban la nueva religión en su propia casa y predicaban sus convicciones ante otras personas en sus aldeas. Muchas otras murieron por su fe. Perpetua (m. 203) fue una mujer aristócrata que se convirtió al cristianismo. Su familia pagana le suplicó que renunciara a su nueva fe, a lo que ella se rehusó. Las autoridades la apresaron, pero ella eligió morir por su fe y fue una de las que formaban el grupo de cristianos masacrados por las bestias salvajes en la arena de Cartago el 7 de marzo de 203.

Una vez que la iglesia cristiana estuvo mejor organizada, dos emperadores del siglo tercero respondieron con más persecuciones sistemáticas. El emperador Decio (249-251) culpó a los cristianos de los desastres que asolaron a Roma en el aciago siglo III: fueron ellos quienes no reconocieron a los dioses del estado y, en consecuencia, éstos se vengaron contra los romanos. Es más, conforme la organización administrativa de la iglesia crecía, Decio juzgaba que el cristianismo se asemejaba más y más a un estado dentro del estado que iba socavando el imperio. En consecuencia, inició la primera persecución sistemática de cristianos. Se requirió a todos los ciudadanos presentarse ante sus magistrados locales y ofrecer sacrificios a los dioses romanos. Por supuesto, los cristianos se negaron. Sin embargo, los planes de Decio fallaron. Los funcionarios locales no cooperaron y además, el reinado de Decio no fue tan largo. La última gran persecución la ordenó Diocleciano, al comienzo del siglo cuarto, pero era ya demasiado tarde. El cristianismo se había fortalecido mucho, como para ser erradicado por la fuerza. La mayoría de los paganos había aceptado la existencia del cristianismo.

En el siglo IV, el cristianismo prosperó como nunca antes. El Constantino desempeño una función importante en el cristianismo, al que apoyo aparentemente desde el 312, cuando su ejército debía librar una batalla crucial contra Majencio en el puente Milvio, que cruzaba el río Tiber al norte de Roma. De acuerdo con una historia tradicional, al entrar en una batalla decisiva tuvo la visión de una cruz cristiana con la leyenda: “Con este signo, vencerás”. La tradición prosigue que habiendo ganado la batalla, Constantino se convenció del poder del dios cristiano. A pesar de que no fue bautizado sino hasta el final de su vida, en el año 313 promulgó el famoso Edicto de Milán, por el que oficialmente se toleraba la existencia del cristianismo. Después de Constantino, los emperadores fueron cristianos, con excepción de Juliano (360-363), quien trató brevemente de restaurar la religión politeísta grecoromana tradicional. Sin embargo, él murió en una batalla y su gobierno fue demasiado corto Como para causar algún efecto. Bajo Teodosio “el Grande” (378-395), el cristianismo fue declarado la religión oficial del Imperio Romano. Una vez en poder del control, los líderes cristianos utilizaron su influencia para proscribir las prácticas religiosas paganas. El cristianismo había triunfado.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Palabras Homofonas Martha R.

Palabras Homofonas :


http://www.reglasdeortografia.com/homofonas.html

Distancia entre dos puntos 3

http://www.educaplus.org/play-38-Distancia-entre-dos-puntos.html

Distancia entre dos puntos 2

http://www.youtube.com/watch?v=oN8JdTmlfdo

Distancia entre dos puntos

http://matematicasies.com/spip.php?article1555

miércoles, 12 de agosto de 2009